domingo, 25 de noviembre de 2007

JULIO CARABELLI





MANEQUÍES


La gente se detiene ante la vista de aquellos maniquíes con la ropa de última moda y él está orgulloso de su vidriera conteniendo el silencio que prolonga con cada uno de los vistosos muñecos a los que Silvina acicala con esmero sin olvidar ningún accesorio al tiempo que les habla mientras anuda la corbata de Mario o cierra el collar que tan elegante luce Elena y viendo satisfecho lo que sucede dentro de su negocio no puede evitar pensar en el inspector de policía que vendrá como todos los días a pararse durante horas frente a sus maniquíes de puro obsesivo y lo peor es que a él lo mira muy severamente como miraría a un asesino serial sin preguntarle nada para volver su vista inquisidora sobre los quietos muñecos y aparta con un ademán la idea o el recuerdo del molesto inspector que sin duda llegará pero al que no verá hoy ni en sueños con la mente puesta en su casa a la que se irá llevando con él la imagen de Silvina cepillando el traje de Antonio para volver al día siguiente y al otro haciendo caso omiso del policía por un tiempo que pareciera tener calculado porque lo mismo sucedió con Marisa a quien Silvina ya no podrá vestir por haberse quedado como los otros muñecos tercamente quieta.

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