lunes, 7 de enero de 2008

HILDA NORMA VALE


CARTA A BUENOS AIRES


¿Cómo puedo explicarte, Buenos Aires,
que te quedas en mí, cuando me alejo?,
que me llevo el farol de tus suburbios
y la luz de mercurio de tu centro.
Que en las rodillas se me duerme el pibe
que por un caramelo, me dio un beso,
que por las venas me circula un tango
de Piazzolla, de Troilo, de Fresedo
y me invade un aroma inconfundible
a madreselvas, a café, a encuentro.
Un cosquilleo intenso que recorre
la médula espinal de mis recuerdos,
me devuelve la voz de mis amigos,
de Rivero, de Sosa, de mis viejos.
Y aquí estoy, extrañando un mate amargo,
aquí estoy, merodeando el aeropuerto,
mientras siento que vibra entre mis sienes
aquel poema amargo de Carriego,
el piano de Pugliese y la milonga
que con ella estrené en Villa Crespo.
En mi retina se quedó colgado
un cuadro de Quinquela, tu riachuelo
y cada vez que cruzo una avenida,
Corrientes me aprisiona el lado izquierdo.
Hoy te mando esta carta, Buenos Aires,
que escribí merodeando el aeropuerto,
mientras Maderna regalaba arpegios
y Manzi, desde allá, dictaba versos.

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