miércoles, 29 de julio de 2009

MICHOU POURTALE

BALCONES

Andarivel suspendido en plena natura de cemento
urbano, desasimiento de una casa, un hogar,
balancín firme entre la mole que regentea a la ciudad,
el balcón. Semejante a un corazón aguerrido,
a la vorágine de un ala de libélula, desde este
anfiteatro lúdico se oye la calle y su ruido
se mezcla con la curiosidad de algún voyeur.
El abandono lo pone de malhumor, sin una sola flor
a voz en cuello el balcón canta sus setentas
por la desidia innoble de la mampostería,
da aliento en las mañanas de sol y en las tardes
de lluvia flaquea como payaso llorón.
Distintos uno del otro, los balcones son un dechado de encanto,
donan un mundo amable, receptivo, de global
entendimiento.
Parecen charlar entre ellos a cualquier
altura y despropósito, suelen por arriba componer
a las personas ofreciendo un cielo azul y oro
sujetan al despistado fuera del salto al vacío.
Por las noches son aliados de los enamorados bajo el amparo
de un envolvente brillo de mórbidas estrellas.
Vestíbulos aéreos se abren como los brazos de un amigo
de la infancia y fantasmales atraen la memoria del ausente.



-Buenos Aires-

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