jueves, 10 de diciembre de 2009

MARCELO JUAN VALENTI


OBSIDIANA


Acaece en la cima.
La atmósfera
posee a las ruinas de obsidiana.
Aunque muertas,
las niñas abren los ojos,
un hilo de ámbar se escurre de sus labios.
El espejismo sembrador de insomnio
las asedia
con alas y garras.
Entretejen
una ronda de gritos
de pavor.
Asisto al maleficio
desde el llano,
junto al fuego.
El frío torrente no
me refleja.
La sima es mi opuesto destino,
la bandeja
que testimonia
mi irreverencia
de no muerto.
Perdida,
es un espejo la llave
que une
ambos mundos.


-Rosario, Santa Fe-

2 comentarios:

Gustavo Tisocco dijo...

Buen poema Marcelo, un abrazo gus.

Juan Carrizo dijo...

Interesante y bello poema